“Las buenas ideas suelen chocar”
Las ideas rara vez surgen sentado en el escritorio. El neurocientífico y campeón alemán del Science Slam explica por qué al cerebro le gusta estar en movimiento.
Señor Beck, ¿qué ocurre en el cerebro cuando una idea “enciende la chispa”?
Cuando de repente “se nos enciende la bombilla”, en el cerebro se activan justo las zonas que controlan el lenguaje, la memoria, la atención y las decisiones. Instantes antes de que tengamos una idea brillante, estas zonas se sincronizan. Es como si el cerebro encajara dos piezas de un puzle: un problema se resuelve de forma novedosa gracias a la experiencia, a impresiones inesperadas o a una reinterpretación del contexto. Lo sentimos como algo positivo, porque el cerebro libera al momento sustancias que nos premian por haber dado con esa idea.
¿Qué es lo que más ayuda a que surjan buenas ideas?
¡Hazte preguntas! Desde pequeños nos enseñan a dar respuestas. Son precisamente las preguntas las que cambian nuestra forma de ver las cosas. Cuantas más preguntas planteas, más fácil resulta encontrarle una salida al problema. Muchos creen que basta con sentarse a esperar a que llegue la inspiración, como si la musa fuera a aparecer por arte de magia. Pero en realidad es más bien como decía Louis Pasteur: “La casualidad se da más en las mentes preparadas.”
¿No es como en la famosa escultura “El pensador” de Auguste Rodin? ¿Ese hombre que se apoya en la mano y parece perdido en sus pensamientos?
No. Rara vez a alguien se le ocurre una buena idea estando encogido y dándole vueltas a todo en su cabeza. Lo mejor, en cambio, es ponerse en movimiento: te duchas, conduces, sales a pasear con el perro. Por un lado, nuestra forma de pensar cambia cuando el propio entorno cambia. Por otro, al realizar tareas automáticas y repetitivas, le damos a la mente libertad para perderse en sus propios pensamientos.
Eso encaja más bien con la figura de Rodin: hace falta tiempo a solas para poner en orden las ideas, sin estímulos ni distracciones externas.
Además: los momentos creativos casi siempre ocurren lejos de una pantalla. La evidencia científica es clara: las videollamadas no son precisamente el mejor sitio para que surjan buenas ideas. Porque las pantallas nos obligan a mirar siempre en una sola dirección. De hecho, justo antes de que surja una idea creativa, la mirada suele vagar por la habitación.
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La IA cubre aquello en lo que los humanos no somos especialmente buenos: el “problema sencillo” de la creatividad. ¿Quieres probar con 20 nuevos eslóganes publicitarios? ¡Pídeselo a un modelo de lenguaje! ¿Necesitas diez propuestas de diseño? La IA está ahí para eso. Lo que la IA no es capaz de reemplazar es la parte más compleja de la creatividad: replantearse cómo funcionan los modelos de negocio, los productos o los procesos. Las buenas ideas suelen chocar: rompen con lo habitual y cuestionan nuestros esquemas mentales. Así es como logramos crear algo nuevo.
Acerca de la persona: Henning Beck
El doctor en neurociencia Henning Beck ha escrito varios libros de divulgación sobre el cerebro que han tenido éxito también a nivel internacional. Además, es campeón de Alemania del Science Slam.