Recolectores en el paraíso de las setas
La recolección de setas está viviendo un renacimiento en Alemania: desde influencers hasta familias, todos se lanzan a la búsqueda del tesoro en el bosque.

Antes, la recolección de setas se consideraba un hobby extravagante para profesores de biología jubilados y apasionados scouts. Hoy en día es una moda. Entre Spessart y la Selva Negra, influencers, familias jóvenes y “bañistas del bosque” deambulan de repente por el sotobosque con cestas de mimbre: están a la caza de boletus, rebozuelos y parasoles. Los influencers de las setas brotan literalmente del suelo.
¿Por qué precisamente ahora? Por un lado, está en auge todo lo que huele a “vuelta a la naturaleza”, desde la fermentación hasta los batidos de hierbas silvestres. Por otro, el lluvioso verano ha convertido los bosques en auténticos paraísos para las setas. Lo que antes podía darte una alegría el domingo, ahora es casi un certificado de garantía: quien se agacha, encuentra.
Sin embargo, la recolección de setas también está sujeta a normas estrictas en Alemania. En muchos estados federados se aplica la denominada “regla del ramo en mano”: por persona y día no se pueden recolectar más de uno o dos kilos. Y sí, hay personas que lo controlan. No sin razón, ya que el valor de mercado de los boletus o las colmenillas es impresionante y la recolección profesional está prohibida.
Sin embargo, el mayor obstáculo sigue siendo el eterno problema: ¿comestible o mortal? Los centros de asesoramiento sobre setas, que existen en muchas ciudades, registran ahora una afluencia récord. Porque, a más tardar, al oír la palabra “amanita phalloides”, el doble mortal del popular champiñón, incluso al amante de la naturaleza más ambicioso se le borra la sonrisa.